sábado, 24 de marzo de 2012

Vender sin pausa, criminal necesidad de la globalización (John Berger)




Vender sin pausa, criminal necesidad de la globalización (John Berger)







El autor extrapola las interpretaciones metafóricas de la pintura (en este caso, el Tríptico del Milenio del Bosco: representación de Adán y Eva en el paraíso, el jardín de las Delicias y el Infierno) a la “absurda globalización”. Por cierto, este cuadro tuve la oportunidad de verlo en el Museo del Prado cuando visité Madrid hace algunos años. La idea que subyace en este cuadro está íntimamente relacionada con las alegorías de sectas del siglo XV, el mundo podría convertirse en un “paraíso” si el mal no estuviera presente. La superación de este “lastre” inconcebible y antinatural, supondría un mundo mejor. Primaría el bien sobre el denominado “mal”. Se trata de un mundo interrumpido constantemente, lleno de incertidumbre e incoherencia, y “según los casos en los que se encuentren los respectivos grupos sociales” de agonía.
Se ha generado un mundo que se puede representar como un triángulo en cuya vértice se encuentra la riqueza (el poder absoluto) manifestada a través del “mercado incansable” mediante la globalización; y en la base, en la que se sitúan los más desfavorecidos (los pobres) con esperanzas de un cambio, derecho a una vida digna. Como se explica en el texto: “[…] los estado nacionales han perdido su independencia económica, su iniciativa política y su soberanía […] La nueva tarea de los estados nacionales es administrar lo que les es asignado, proteger los intereses de las megaempresas del mercado y, sobre todo, controlar y vigilar a los que salen sobrando”.
Fernández Enguita en su libro “Educar en tiempos inciertos” (2009), buscar la manera de seguir evolucionando, aprendiendo de la experiencia de la vida y no quedar atrapado en los conocimientos iniciales (básicos).Este autor habla de un nuevo fenómeno en la educación social. La reciente avalancha de información y conocimiento, deja en un segundo plano la actividad repetitiva de trabajos y su posterior supervisión. La vida ha cambiado y se ha pasado de una fase manufacturera y fordista a otra, donde priman las nuevas tecnologías enmarcadas en la denominada “era digital”. Se plasma una sociedad del conocimiento con diferentes perspectivas y aspiraciones.
 “La relevancia creciente de la información y el conocimiento desplaza el peso de la cualificación del componente operativo al profesional y, de ambos, al científico” (Enguita, 2009:42).
La formación a lo largo de la vida en nuestra sociedad tiene una incidencia directa sobre la empleabilidad, aunque parece que no se relaciona con la verdadera actividad que posteriormente se lleva a cabo en el puesto de trabajo. Las credenciales, por tanto, se utilizan por las empresas como meros indicadores del nivel formativo de los empleados y como criterio de acceso a determinados puesto considerados de alta cualificación.  
Está claro que vivimos una transformación en la sociedad. Hemos pasado del sistema de trabajo keynesianismo (fordismo tradicional y práctico) a un posfordismo donde prima la ductilidad en la producción. Se intenta acomodar la realidad actual a unos negocios mercantiles anclados en la espontaneidad, repentización y aparente desorden.


          

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