Este texto refleja un discurso realizado por Ryszard K. el 19 de noviembre de 1998 en Estocolmo en la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Periodismo Stora Jurnalstpriset.
Este autor recibió el Premio Príncipe de Asturias en año 2003. A continuación podemos apreciar el siguiente vídeo:
Una de las expresiones más destacadas del texto sería: "Convertida en una mercancía, la información se preocupa poco de la verdad. Lo que cuenta es vender".
La influencia de los medias sobre las respectivas audiencias es un aspecto muy estudiado en la actual sociedad. El consumo (negocio) es la base primordial, es la "fuente de energía" que enmascara el lado de la lealtad, la honradez de los humanos.
Este tipo de comunicación mediática establece grandes desigualdades sociales. Entonces, surgen preguntas como ¿no es un ser humano integrado en la actual sociedad aquel que no tiene dinero?.
La diversidad y todas aquellas cuestiones relacionadas con las "discriminaciones" sociales, evidentemente "atrapan en una callejón sin salida" a las clases más desfavorecidas. Se establecen "desproporcionadas desigualdades".
Otra expresión que me resultó interesante del texto: "Las tecnologías han provocado una multiplicación de los media. ¿Cuáles son las consecuencias? La principal, es el descubrimiento de que la información es una mercancía, y que su venta y difusión pueden aportar importantes beneficios. Antaño, el valor de la información estaba asociado a diversos parámetros, en particular al de la verdad" (pág. 2).
Las nuevas tecnologías (el teléfono móvil, el correo electrónico, el whatsapp, ...) son herramientas fundamentales para la relación entre los jefes y los reporteros. Así, se genera multitud de informaciones provenientes de multitud de personas y lugares diversos.
Las desigualdades sociales también se manifiestan en otros ámbitos, por ejemplo el educativo. Me gustaría citar el siguiente libro:
Dubet, François (2005).
La escuela de las oportunidades ¿Qué es una escuela justa?. Barcelona. Editorial Gedisa (Título original: L’ecole
des chances; traducción: Margarita
Polo). Colección Punto Crítico (coord. Enric Berenguer).
El autor nos muestra en este
libro una reflexión sobre los planteamientos del sistema escolar y sus
correspondientes consecuencias sociales y educativas. Dubet nos menciona una
escuela de igualdad de oportunidades, justa donde cualquier individuo con
esfuerzo y tesón, pueda acceder a la cima más alta de la sociedad por méritos
propios (sin obstáculos aparentes). El problema es que esta igualdad de
oportunidades, genera a su vez desigualdades intrínsecas mediante mecanismos de selección internos, y por
tanto, esta “igualdad de oportunidades” queda relegada a un ámbito de carácter
superficial. La verdad es que el recorrido del estudio es largo y requiere mucho
trabajo, esfuerzo y motivación. No todos los individuos están dispuestos a
seguir este constante y arduo camino. Me parece justo que aquel que realiza el
esfuerzo sea recompensado con el mérito que le pertenece, según vaya superando
“eslabones”. En este caso hablar de vencidos y vencedores no creo que sea lo
más adecuado. Todos han tenido la oportunidad y el derecho al estudio, ahora
bien, unos han conseguido llegar hasta el final y otros por una situación o por
otra han tenido que abandonar.
Está claro, que esta igualdad es
evidente en el acceso a los estudios (por citar un ejemplo).
En el mérito es donde se refleja la
capacidad y los conocimientos obtenidos por los estudiantes siempre y cuando
hayan sido calificados de manera legal, imparcial y con objetividad (sin caer
en la habitual “trampa” de la arbitrariedad). Hay que tener en cuenta, que
desgraciadamente esta arbitrariedad está presente a veces, y genera un
sentimiento de “impotencia”, de forma injusta en los alumnos afectados por la
misma. En la sociedad en que vivimos no debe existir la “discriminación
social”, debemos partir de la idea de que seamos del lugar que seamos,
pertenezcamos a una etnia u otra, al final todos vivimos en la tierra y somos
seres humanos igual de respetables. Esa ambición y ese egoísmo deben ser
eliminados y, conseguir entre todos una sociedad más justa y productiva.
El sociólogo Paulo Freire en los
años sesenta nos aporta una idea “más horizontal” que afronta la educación
desde una perspectiva dialógica en la que el aprendizaje no sólo es
“responsabilidad” única de los profesores. El aprendizaje es el resultado de la
colaboración de miembros de las familias, profesionales de diversos ámbitos,
otros profesores, … El aprendizaje unidireccional (profesor-alumno) único y
exclusivo “abre sus puertas” al diálogo.
El sociólogo y filósofo Pierre
Lévy también nos menciona el interesante término de “inteligencia colectiva[1]”.
Esta expresión lleva implícita la justicia, la igualdad en el aprendizaje.
“Todos aprendemos de todos”, se respeta a cada individuo por ser reconocido
como un ser humano único, con sus conocimientos y experiencias. Se trata de un
aprendizaje colaborativo, de intercambio de conocimientos a través de las
nuevas tecnologías donde tanto el emisor y el receptor son considerados
“iguales”.
Es verdad que se han impuesto unas
exigencias en los estudios actuales que no todos los individuos tienen las
mismas capacidades o apoyo para poder abordarlos. Dubet nos menciona su
desacuerdo con la igualdad de oportunidades y en especial, del mérito (valorar
el mérito de cada alumno individualmente sin tener en cuenta su posición
social, su raza, …). La familia se convierte en una parte esencial en el ámbito
educativo. Algunos alumnos tienen el apoyo de unos padres eruditos que también
han estudiado, con una economía bastante favorable y muchas ganas de que sus
hijos “lleguen lejos”. Sin embargo otros, se encuentran inmersos en la batalla
del día a día, sin el apoyo necesario. Se puede apreciar una gran desigualdad
entre la excelencia y la mediocridad.
François Dubet intenta
concienciar de alguna manera a la sociedad de crear una escuela más justa,
donde todos los individuos tengan las mismas ocasiones. Por eso plantea la
adquisición de una “cultura común obligatoria” con unos conocimientos
generales, básicos para el futuro de las personas. Lo que está claro, es que ir
al colegio no significa sólo una adquisición de conocimientos sino del
desarrollo de otros aspectos que son imprescindibles para la integración social
(bienes cívicos y culturales).
Entrevista a François Dubet.
[1]
LÉVY, Pierre. Inteligencia colectiva por una antropología del ciberespacio.
http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org/channel.php?channel=1&content=5
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