martes, 8 de mayo de 2012

¿Reflejan los media la realidad del mundo? (Ryszard Kapuscinski)

     

     Este texto refleja un discurso realizado por Ryszard K. el 19 de noviembre de 1998 en Estocolmo en la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Periodismo Stora Jurnalstpriset.
Este autor recibió el Premio Príncipe de Asturias en año 2003. A continuación podemos apreciar el siguiente vídeo:


     Una de las expresiones más destacadas del texto sería: "Convertida en una mercancía, la información se preocupa poco de la verdad. Lo que cuenta es vender".
     La influencia de los medias sobre las respectivas audiencias es un aspecto muy estudiado en la actual sociedad. El consumo (negocio) es la base primordial, es la "fuente de energía" que enmascara el lado de la lealtad, la honradez de los humanos.
     Este tipo de comunicación mediática establece grandes desigualdades sociales. Entonces, surgen preguntas como ¿no es un ser humano integrado en la actual sociedad aquel que no tiene dinero?.
     La diversidad y todas aquellas cuestiones relacionadas con las "discriminaciones" sociales, evidentemente "atrapan en una callejón sin salida" a las clases más desfavorecidas. Se establecen "desproporcionadas desigualdades".
     Otra expresión que me resultó interesante del texto: "Las tecnologías han provocado una multiplicación de los media. ¿Cuáles son las consecuencias? La principal, es el descubrimiento de que la información es una mercancía, y que su venta y difusión pueden aportar importantes beneficios. Antaño, el valor de la información estaba asociado a diversos parámetros, en particular al de la verdad" (pág. 2).
     Las nuevas tecnologías (el teléfono móvil, el correo electrónico, el whatsapp, ...) son herramientas fundamentales para la relación entre los jefes y los reporteros. Así, se genera multitud de informaciones provenientes de multitud de personas y lugares diversos.

     Las desigualdades sociales también se manifiestan en otros ámbitos, por ejemplo el educativo. Me gustaría citar el siguiente libro: 

Dubet, François (2005). La escuela de las oportunidades ¿Qué es una escuela justa?. Barcelona. Editorial Gedisa (Título original: L’ecole des chances; traducción: Margarita Polo). Colección Punto Crítico (coord. Enric Berenguer). 

     El autor nos muestra en este libro una reflexión sobre los planteamientos del sistema escolar y sus correspondientes consecuencias sociales y educativas. Dubet nos menciona una escuela de igualdad de oportunidades, justa donde cualquier individuo con esfuerzo y tesón, pueda acceder a la cima más alta de la sociedad por méritos propios (sin obstáculos aparentes). El problema es que esta igualdad de oportunidades, genera a su vez desigualdades intrínsecas mediante  mecanismos de selección internos, y por tanto, esta “igualdad de oportunidades” queda relegada a un ámbito de carácter superficial. La verdad es que el recorrido del estudio es largo y requiere mucho trabajo, esfuerzo y motivación. No todos los individuos están dispuestos a seguir este constante y arduo camino. Me parece justo que aquel que realiza el esfuerzo sea recompensado con el mérito que le pertenece, según vaya superando “eslabones”. En este caso hablar de vencidos y vencedores no creo que sea lo más adecuado. Todos han tenido la oportunidad y el derecho al estudio, ahora bien, unos han conseguido llegar hasta el final y otros por una situación o por otra han tenido que abandonar.
Está claro, que esta igualdad es evidente en el acceso a los estudios (por citar un ejemplo).
      En el mérito es donde se refleja la capacidad y los conocimientos obtenidos por los estudiantes siempre y cuando hayan sido calificados de manera legal, imparcial y con objetividad (sin caer en la habitual “trampa” de la arbitrariedad). Hay que tener en cuenta, que desgraciadamente esta arbitrariedad está presente a veces, y genera un sentimiento de “impotencia”, de forma injusta en los alumnos afectados por la misma. En la sociedad en que vivimos no debe existir la “discriminación social”, debemos partir de la idea de que seamos del lugar que seamos, pertenezcamos a una etnia u otra, al final todos vivimos en la tierra y somos seres humanos igual de respetables. Esa ambición y ese egoísmo deben ser eliminados y, conseguir entre todos una sociedad más justa y productiva.
El sociólogo Paulo Freire en los años sesenta nos aporta una idea “más horizontal” que afronta la educación desde una perspectiva dialógica en la que el aprendizaje no sólo es “responsabilidad” única de los profesores. El aprendizaje es el resultado de la colaboración de miembros de las familias, profesionales de diversos ámbitos, otros profesores, … El aprendizaje unidireccional (profesor-alumno) único y exclusivo “abre sus puertas” al diálogo.
El sociólogo y filósofo Pierre Lévy también nos menciona el interesante término de “inteligencia colectiva[1]”. Esta expresión lleva implícita la justicia, la igualdad en el aprendizaje. “Todos aprendemos de todos”, se respeta a cada individuo por ser reconocido como un ser humano único, con sus conocimientos y experiencias. Se trata de un aprendizaje colaborativo, de intercambio de conocimientos a través de las nuevas tecnologías donde tanto el emisor y el receptor son considerados “iguales”.
      Es verdad que se han impuesto unas exigencias en los estudios actuales que no todos los individuos tienen las mismas capacidades o apoyo para poder abordarlos. Dubet nos menciona su desacuerdo con la igualdad de oportunidades y en especial, del mérito (valorar el mérito de cada alumno individualmente sin tener en cuenta su posición social, su raza, …). La familia se convierte en una parte esencial en el ámbito educativo. Algunos alumnos tienen el apoyo de unos padres eruditos que también han estudiado, con una economía bastante favorable y muchas ganas de que sus hijos “lleguen lejos”. Sin embargo otros, se encuentran inmersos en la batalla del día a día, sin el apoyo necesario. Se puede apreciar una gran desigualdad entre la excelencia y la mediocridad.
     François Dubet intenta concienciar de alguna manera a la sociedad de crear una escuela más justa, donde todos los individuos tengan las mismas ocasiones. Por eso plantea la adquisición de una “cultura común obligatoria” con unos conocimientos generales, básicos para el futuro de las personas. Lo que está claro, es que ir al colegio no significa sólo una adquisición de conocimientos sino del desarrollo de otros aspectos que son imprescindibles para la integración social (bienes cívicos y culturales).

Entrevista a François Dubet.





[1] LÉVY, Pierre. Inteligencia colectiva por una antropología del ciberespacio.
http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org/channel.php?channel=1&content=5

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